Sevilla. Catedral (Parte Gótica)

  • Autora: Marina Ameal

    El cabildo catedralicio decidió el 8 de julio de 1401 construir un nuevo templo. Según la tradición oral sevillana la decisión de los canónigos habría sido: «Hagamos una iglesia tan hermosa y tan grandiosa que los que la vieren labrada nos tengan por locos» y según el acta capitular de aquel día la nueva obra debía ser «una tal y tan buena, que no haya otra su igual».

    Tradicionalmente se ha dado como fecha de inicio de las obras el año 1402. Se prolongaron en esta fase hasta 1506. El 6 de octubre de 1506, tuvo lugar la ceremonia oficial para celebrar la conclusión de la obra. Al año siguiente, 1507, tuvo lugar la consagración del templo. El resultado final fue un grandioso templo gótico de enormes dimensiones y riguroso diseño. Cuatro años después, falló uno de los enormes pilares y se produjo un derrumbe que afectó al cimborio que cubría el crucero. Juan Gil de Hontañón diseñó una nueva cúpula que se completó en el año 1519. Este cimborio se desplomó 370 años más tarde, el 1 de agosto de 1888, volviéndose a reconstruir por el arquitecto Joaquín Fernández con igual forma, tal como se ve en la actualidad.

    El templo cuenta con cinco naves más una de crucero, alcanzando el cimborrio los 40 metros de altura. Tiene 116 metros de longitud y 76 de ancho que coincide con las dimensiones de la antigua mezquita sevillana, con un cimborrio que supera los 40 metros de altura. Es la tercera iglesia más grande construida tras "La Basílica de San Pedro" en Roma y "Nuestra Señora la Aparecida" en Brasil. Las bóvedas son de crucería simple (cuatripartitas y sexpartitas), salvo en el crucero que se recarga decorativamente (bóvedas estrelladas y de abanico).  Tiene doble arco de herradura y da acceso al Patio de los Naranjos. Hay que mencionar también las numerosas y luminosas vidrieras de la catedral, conservándose hoy 138, que van del siglo XV al XX; las más antiguas, las góticas, están en el lado occidental y en la nave central, con escenas bíblicas de rico colorido. Esbeltos pilares jalonan los nueve tramos que incluye la planta del templo, sobre los que se alzan arcos apuntados.