Marina Ameal Ramírez

  • Al principio estaba nerviosa y asustada porque era la primera vez que viajaba en avión y no conocía a nadie excepto a mi compañera y amiga, Olivia. Durante el viaje en ave y en avión conocí mejor a mis compañeros españoles y me alegré mucho de poder compartir esa experiencia con ellos. Cuando llegamos al aeropuerto no quería salir porque no sabía a quién y con quien me iba a encontrar pero cuando salí y vi a Ana María, mi compañera rumana, la abracé fuerte y me alegré de que fuera con ella y con su familia con quien yo compartiera mi estancia allí.

     

     

    Los días que estuve con su familia conocí a sus tíos, a sus primos y a sus abuelos y ellos rompieron todos los tópicos típicos de los rumanos. Su madre y sus abuelos, las personas con las que vivía, se portaron muy bien conmigo desde el primer momento y me asombró mucho las ganas que tenían de poder comunicarse conmigo, incluso su madre aprendió algunas palabras en español. También vivía con su hermano pequeño pero con él, al ser más pequeño, tuve menos comunicación aunque fue muy atento y muy bueno conmigo.

     

     

    Una tarde fuimos a ver a sus tíos y a sus primos, que también eran personas maravillosas que me hicieron la estancia en su casa muy agradable. Y el último día fuimos a ver a sus otros abuelos, y me conmovió mucho ver a su abuela llorar cuando se despidió de ella y también le estoy muy agradecida por portarse tan bien conmigo. En conclusión, una experiencia muy agradable y enriquecedora que me abrió los ojos y me demostró que los tópicos son solo eso, tópicos.