Baelo Claudia: Conducciones de Agua, Murallas y Puertas

  • Autor: Miguel Ángel Romero Garrido.

    1.- CONDUCCIONES DE AGUA

    En las casas de Baelo no había agua corriente. Ésta tenía que ser transportada desde las fuentes o los pozos en cántaras de barro o ánforas. Aunque hay muchos pozos antiguos y modernos que parecen inagotables, merceda las abundantes capas freáticas que se aprecian en la vertiente más baja de la sierra de la Plata, este abastecimiento resultaría claramente insuficiente para la gran demanda de agua, debida, sobre todo, a sus actividades pesqueras. Por eso, se hace necesaria la construcción de acueductos para conducir y distribuir el agua captada en los manantiales naturales, para cuya localización recomienda Vitrubio su búsqueda en los montes.

    Son tres los acueductos localizados y estudiados parcialmente en Baelo Claudia. Dos vendrían de las pendientes de la Silla del Papa. Pero el más importante arrancaba desde la fuente de Las Palomas, al este de la bahía de Bolonia, y parece que a su paso por el lugar denominado La Teja, recibiría la aportación de un manantial próximo.

    1.a. El acueducto de Punta Paloma

    El acueducto principal de Baelo aportaba un caudal diario de seis millones de litros. Si a este hecho se suma que el canal de la conducción estaba descubierto, en contra de las recomendaciones de Vitrubio, cabe suponer que sus aguas no se dedicaran, al menos fundamentalmente, al consumo humano, sino a las industrias de salazón. Este acueducto procedente de la fuente de Las Palomas se elevó sobre arquerías importantes en cinco puntos de su trazado. Aunque en su mayoría estas obras están muy destruidas, los restos conservados han permitido su reconstrucción ideal con seguridad, a excepción del último tramo, desde la arquería situada al este de la muralla y dentro de la ciudad antigua.

    Partiendo del manantial de Punta Paloma, inmediatamente al norte de la aldea de Casas de las Palomas, que se sitúa a 4.940 metros en línea recta al este de la ciudad y con un recorrido de al menos 5.780 metros, con un desnivel medio de algo más de nueve metros por kilómetro, no hay vestigios de lo que probablemente fuera el pilón para almacenar y decantar el agua, porque la arena y las rocas desmoronadas han invadido el lugar casi por completo y, actualmente, la presencia de este punto de agua, que se utiliza para el abastecimiento de la base militar de Punta Paloma, sólo se nota por la vegetación. Sin embargo su localización es segura dado que a unos cien metros al oeste del manantial se conserva la canalización antigua, que corre al ras del suelo y puede seguirse aún unos 50 m. Las cinco arquerías de que consta pueden clasificarse en dos grupos desde el punto de vista estructural. Las de los arroyos de la Churriana y de la Chorrera están concebidas como muros que soportan el canal. En ellos se practican vanos sucesivos que aligeran la obra y permiten el paso de las corrientes naturales de agua. Por el contrario, las otras tres —sobre los arroyos Conejo, Pulido y Alpariate— corresponden a un modelo diferente. Están constituidas por sucesiones de pilares enlazados entre sí por arcos de entibo que los refuerzan.

    En total, el acueducto recorrería unos 550 m. desde la fuente de la Punta Paloma hasta el centro de la población antigua y tendría un desnivel de 54 m. aproximadamente entre el caput aquae (a una altitud de unos 70 m.) y el posible emplazamiento de las termas (a unos 17 m.), cerca de las cuales debía de hallarse el depósito principal, el castellum aquae de la ciudad. El caput aquae se hallaría a 70 m. sobre el nivel del mar, mientras que el castellum aquae debió estar aproximadamente en la cota 15. Al llegar a la ciudad, el agua se almacenaba y decantaba en esta cisterna. Una vez que el agua había sido conducida hasta el depósito terminal, pasaba al sistema de distribución, que se iniciaba precisamente en el castellum a modo de arqueta de distribución, llegando el agua a la ciudad mediante tuberías subterráneas de plomo, que se construían a partir de planchas que se curvaban en torno a un núcleo calibrado, cuyos bordes en contacto eran soldados con plomo fundido, dando el perfil de gota característico de los tubos de época romana. También se han encontrado conducciones de cerámica destinadas a las piscinas de agua caliente, templada y fría, así como las que daban salida a las aguas pluviales y a las residuales de las viviendas y los locales industriales.

    El trazado es prácticamente paralelo a la línea de playa. En estos parajes el terreno se eleva con rapidez desde la costa, de modo que el acueducto rodea las faldas de las elevaciones serpenteando para mantener la pendiente. Sin embargo, cerca de las fuentes aparece un tramo bajo presión hecho de piedras horadadas. En las cercanías de la Fuente de la Teja, donde quizá se uniera un ramus al canal principal para aprovechar su aportación, aparece un tramo de canal excavado directamente en roca. La inclinación general de la canalización era de sólo un 1%, es decir, mucho menor que en los otros dos acueductos y más acorde con las normas de Vitruvio.

    1.b. El acueducto de Realillo

    El acueducto que viene del norte, tal vez de Realillo, y llega al aljibe de la ciudad alta podría ser algo más antiguo que el de Punta Paloma y haberse realizado durante la época de Augusto. En éste aparecen tres pozos o aljibes circulares de 0,80 m. de diámetro interior, alineados entre el extremo del canal aéreo y el aljibe y revestidos de opus signinum, distantes entre sí 12,30 m. Resulta insólita una distancia tan escasa, si se tiene en cuenta que los pozos encontrados en el acueducto principal de la ciudad aparecen a unos 30 m. En la parte superior de la ciudad se encuentra un gran aljibe sin excavar, pero cuya planta se aprecia sin dificultad en la superficie del suelo: tiene forma de rectángulo, de 30 m. de largo por 6 m. de ancho, con un ábside en el lado sur, e iba cubierto por una bóveda de opus caementicium que se hundió.

    Pasada la muralla de la ciudad, la pista del canal se pierde, pero gracias a una prospección se ha podido localizar un pozo algo más apartado, a unos 200 m. de la muralla, donde abundantes vestigios yacen en el suelo en dirección al norte, sobre una extensión de más de 400 m. Hay allí dos pozos circulares y varios tramos de los muros laterales de la acequia, que están construidos en opus caementicium y revestidos por su cara interna de una capa muy dura de mortero de tejoleta. Luego el rastro del canal se pierde de nuevo, pero apenas existen dudas sobre la dirección que seguía: se dirigía hacia las pendientes de la sierra de la Plata, quizá hacia la caudalosa fuente de la aldea de Realillo, que dista unos 4 km. del aljibe, con un desnivel de 140 m. y una inclinación media del orden del 3,5%. A este fuerte declive se debe seguramente la frecuencia de pozos circulares, que se multiplicaron con objeto de frenar la fuerza de la corriente y disminuir la inclinación del canal de un pozo a otro.

    1.c. El acueducto del Molino de la Sierra de la Plata

    Procedente del Molino de Carriscales, que se encuentra en la Sierra de la Plata, se hallaron trozos de canalización de un tercer acueducto a lo largo de la antigua vereda. También hay restos algo más arriba en dirección al molino, hasta llegar a un aljibe antiguo situado a unos 80 m. al noroeste de esta vereda, apreciándose hacia abajo algunos elementos de canalización hasta las inmediaciones del arroyo de las Viñas. No ha podido localizarse la canalización dentro de Baelo, aunque, según el trayecto que sigue hasta la muralla, es probable que abasteciera sobre todo la ciudad baja, las termas de la Puerta de Gades y las factorías de salazones.

    2.- MURALLAS

    La mayor parte de Baelo estuvo protegida por una muralla cuyo trazado sigue siendo perceptible veinte siglos después; los restos mejor conservados alcanzan hoy en altura entre dos y cuatro metros. Esta muralla estuvo en origen reforzada por unas cuarenta torres de vigilancia, de las cuales hay en la actualidad ocho excavadas; tres puertas, en fin, se abrían en la misma y constituían los accesos a este oppidum (ciudad fortificada).

    2.a. La muralla

    Forma y perímetro. La muralla de Baelo tiene forma de rectángulo en su mitad sur, y a partir de ahí, sus lienzos se van acercando hasta unirse en la parte norte de la ciudad; el perímetro original debía de medir unos 1400 m., y es aún perceptible en sus tres cuartas partes; tan sólo queda por concretar el trazado definitivo que tuvo por su lado sur, esto es, por el lado que linda con la playa.

    Anchura y aparejo utilizado. Un análisis superficial de los aparejos revela que los actuales restos pertenecen a dos épocas distintas. La primera muralla de Baelo, tal vez de época de Augusto, tiene aproximadamente 1,10 m. de espesor, y se construyó con grandes sillares de caliza gris esmeradamente labrados; la superficie de asiento es tan plana que no necesitaron mortero que las ensamblara; los sillares, por tanto, se asentaron en seco. De esta muralla hay muestras al este y, sobre todo, al noroeste de la ciudad; el resto del amurallamiento, seriamente afectado por un seísmo a mediados del siglo I d.C., fue reforzado o reconstruido como a continuación se indica:

            a) El muro original de sillares fue reforzado con un segundo muro exterior de hormigón (opus caementicium) que evitara el desplome definitivo.

           b) Las partes más dañadas del primitivo muro fueron demolidas y sustituidas por paramentos de hormigón (opus caementicium) de 1,30 m. de espesor.

    Comparada con otras del Bajo Imperio que llegan a alcanzar entre 4 y 5 m. de espesor, la muralla de Baelo es relativamente estrecha, lo que ha llevado a algunos arqueólogos a pensar que su construcción obedece más a razones de tipo monumental o de prestigio que a razones meramente defensivas.

    Los lienzos de la muralla. Los lienzos de la muralla son rectilíneos y de desigual extensión, de forma que el intervalo medio entre dos torres (25 a 26 m.) varía a veces, oscilando entre los 18 metros que encontramos entre las torres 5 y 6 y los 38 metros que median entre las torres 16 y 17. Más que a causas topográficas, estas diferencias parecen obedecer a la nueva reestructuración forzada por el seísmo.

    Sólo dos lienzos del extremo norte de la ciudad presentan un aspecto peculiar, pues son más largos de lo normal (38 y 28 m.) y tienen un trazado cóncavo que recuerda los amurallamientos de Teleseia (Italia) y de Pajares (cerca de Osuna).

    2.b. Las torres

    La muralla de Baelo estuvo reforzada con algo más de cuarenta torres de vigilancia que presentan una doble tipología:

             a) Las torres del tipo I son de planta cuadrada (de 6 a 9 metros de lado) y están construidas con grandes sillares paralelepípedos labrados con esmero y asentados en seco. Son torres con talón, es decir, no sólo sobresalen por fuera, sino también por dentro de la muralla. Al interior de cada torre se accede desde el interior de la ciudad por una puerta de un metro de anchura.

            b) Las torres del tipo II son de planta rectangular (de 6x5 m. aproximadamente) y están hechas de hormigón forrado de mampuestos medianos. No tienen el talón característico de las torres de tipo I, es decir no sobresalen por la cara interior de la muralla, y sus puertas tienen una anchura algo superior al metro.

    3.- Las puertas de la ciudad

    La vía romana que unía Carteia (San Roque) con Gades atravesaba la ciudad de Baelo y ha dado nombre a dos de sus puertas monumentales: la Puerta de Carteia, al este, y la Puerta de Gades, al oeste. En los últimos tiempos se ha identificado una tercera puerta al norte de la ciudad (Puerta de Asido).

    3.a. Puerta de Carteia

    La entrada a la ciudad por el este (Puerta de Carteia) forma un conjunto de 12 m. de anchura con unas características singulares: dos torres rectangulares de 6,50 m. de largo por 4,50 de ancho flanquean un pasaje de 3,15 m. Su aparejo (grandes sillares de caliza asentados en seco y con almohadillado externo) indica que pertenece a la primitiva muralla (v. III,2.a). Sus torres, del tipo I, presentan el típico talón de unos 2 m. por el interior de la muralla; cada una de ellas alberga una sala de 4x2 m. a la que se accede por una puerta de 1 m. de ancho.

    3.b. Puerta de Gades

    La entrada a Baelo desde el oeste (Puerta de Gades), es similar a la anterior, pues de nuevo son dos las torres (4,50 m. de ancho cada una) que flanquean el pasaje (3,10 Puerta occidental de la muralla, llamada de Gades. Vista desde el interior. Puerta oriental de la muralla, llamada de Carteia. Recreación de los muros. m.), y el conjunto, simétrico al anterior, alcanza también los 12 m. de monumentalidad. La similitud externa, intencionadamente buscada, no oculta empero que las técnicas empleadas fueron distintas. Así, el almohadillado que refuerza la similitud entre ambas puertas es sólo exterior, pues la estructura del conjunto está resuelta a base de opus caementicium; las torres, por su parte, sobresalen totalmente de la muralla y no llevan, por tanto, talón. El interior, por último, de cada torre también está hueco, originando una reducida sala de 5x2 m., a la que se accede por una estrecha puerta.

    3.c. Puerta de Asido

    La puerta que comunicaba Baelo con las poblaciones del norte Lascuta (Mesa de Ortega, cerca de Alcalá de los Gazules) y Asido (Medina Sidonia) está hoy derruida casi por completo y en proceso de estudio. Sabemos de momento que, una vez más, se trata de una puerta flanqueada por dos torres rectangulares, cuya anchura total es de 14 m. (4,5 m. de ancho cada torre y unos 5 m. el pasaje). A diferencia de los casos anteriores, las torres que originan la puerta de Asido son mucho más profundas.