Evaluación final - Fildan Anamaria Daniela

  • Pasaron casi dos meses y todavía no puedo creer que tuve la oportunidad de volver a caminar por las calles de Sevilla. Estuve muy afortunada de poder participar otra vez en el proyecto Erasmus+, de tener la oportunidad de conocer a personas increíbles, de formar nuevas amistades.

    Lo dije, y vuelvo a decirlo, el equipo de este año me pareció más unido, más cercanos unos a otros, más divertido y más enriquecedor. También las actividades cambiaron; este año hicimos las yincanas, el teatro cambió un poquito, pero me gustó más, vimos menos piedras que el año pasado.

    Vivir diez días en una familia española fue algo estupendo. Probé comida típica andaluza, escuché música española, y puedo decir que me sentí como en mi casa. Los padres me trataron muy bien, se preocupaban por mí, sobre todo la madre de Roberto, porque me pasaba casi todo el día sin comer nada. Llegué a tenerle cariño y sobre todo respeto. En Roberto encontré un hermano, un amigo y un compañero. Me trató muy bien, se preocupó por mí, nos llevamos muy bien.

                                            

    De las visitas que hicimos, las que más me gustaron fueron las de Córdoba, Medina-Azahara (sobre todo la leyenda del sitio), y, obviamente, los paseos por Sevilla. Córdoba y Medina-Azahara guardan vivo el recuerdo de lo que un día fue Al-Ándalus, y por eso se quedaron en mi memoria y en mi corazón. Pero Sevilla, desde el año pasado, cuando la vi por primera vez, se quedó clavada en mi recuerdo y en mi alma, por su belleza, su historia y su gente.

    El proyecto Erasmus+”Rumanía y España: Unidos por la historia, la cultura y las migraciones” me cambió porque aprendí muchísimas cosas, mi nivel de lengua mejoró, descubrí una cultura diferente y parecida, al mismo tiempo, a la mía, conocí personas de las que siempre me acordaré con muchísimo cariño.