La Navidad en España
Valencia, 8 de enero de 1952
Querida Lucie,
Ya hemos acabado la Navidad así que aprovecho para desearte un feliz Año Nuevo y contarte mis impresiones, después de 12 años en la cárcel y estar desterrada, lejos de mi familia y mi querido Madrid.
Afortunadamente, los años del hambre ya pasaron. Sin embargo, al igual que durante el resto del año, los productos básicos y de primera necesidad escasean y están muy caros así que hacemos gachas o migas o sopa de pan rallado, prácticamente a diario. El pan de trigo vale 25 pesetas y un jornalero cobra 15 pesetas al día. Eso hace que la gente compre pan de harina de cebada aunque tiene muchas espigas. No podemos desperdiciar nada y aprovechamos incluso las cáscaras de la patata. Las familias con animales los guardan para tener algo especial que comer en estas fechas y también los intercambian por otros alimentos o productos que necesitan. Intentamos dignificar la Navidad y que sea la época del año en la que comamos mejor, ya que hasta ahora nos hemos debido abastecer de las cartillas de racionamiento. La cena de Nochebuena es muy especial porque las familias se reúnen y preparan sus mejores viandas.
También nos resulta difícil combatir el frío. Para obtener la leña, mucha gente la roba de los pabellones o en el campo debido a la falta de dinero. Si descubren que están robando leña, pueden ser castigados o incluso golpeados. La población utiliza braseros de carbón para obtener calor incluso en las escuelas, aunque solo para los maestros. Los niños pueden llevar una lata con ascuas para calentarse, mientras duran. No todas las familias se pueden permitir que sus niños vayan a la escuela normalmente. Muchos van por la noche y tras caminar varios kilómetros porque trabajan desde edades tempranas para ayudar a subsistir a su familia, aportando cada miembro su granito de arena. Los colegios se han separado para niños y para niñas y aprenden cosas diferentes.
No nos podemos vestir de forma especial, ya que apenas tenemos ropa con la que pasar el frío del invierno. Normalmente, la mayoría tan solo tenemos una muda que intentamos que dure el máximo tiempo posible. Las prendas habitualmente las hacemos nosotras y las lavamos de noche para poder usarlas al día siguiente. Sin embargo, hay algunas familias más ricas, que pueden permitirse comprar una vestimenta especial para Navidad y vestir un buen abrigo que los resguarde del frío.
Estos últimos años no han sido nada fáciles para las mujeres. Cuando los hombres marcharon al frente, las mujeres tuvimos que ser las más fuertes para cuidar a los más frágiles, niños y ancianos, cuidar de la casa, cultivar el campo y criar los animales para comer y para trabajar nuestras tierras. No volvieron todos, ni en las mejores condiciones. ¡Que complicado atenderlo todo a la vez, solas y hacerlo de manera que los más pequeños no sufran tanto, ocultarles la realidad!
Sin embargo, intentamos que la vida continúe y pasarlo lo mejor posible. Los niños mantienen su ilusión por la Navidad. Reconforta ver cómo ellos, ajenos a todo, no pierden la sonrisa y la ilusión, y reciben la Navidad con mucha alegría y ganas. Son quienes mantienen la esperanza de la familia. Solo ellos logran que todos los problemas desaparezcan. Salen a la calle en busca de sus amigos, juegan y ríen y como son familias tan numerosas siempre tienen con quien jugar.
Durante esta época hacemos una cosa que a mí me encanta y es la siguiente: nos reunimos junto a los vecinos de mi barrio y nos contamos historias divertidas e interesantes que nos han pasado a lo largo de todo el año. Además cada uno llevamos la comida y bebida que podemos y así cuando nos reunimos nos divertimos y lo pasamos muy bien y, lo principal, olvidamos por un momento la dura realidad que nos rodea. La noche de Nochebuena celebramos una misa conocida como la Misa del Gallo en la que se celebra el nacimiento del niño Jesús. Es una cosa que a mí me gusta mucho porque yo acudo con mi madre.
Bien temprano, las calles se llenan de alegría cuando los chiquillos del barrio se reúnen y van a cantar por las casas villancicos populares. Los que más me gustan son “Los peces en el río” y “El burrito de Belén”, y otros como ”Noche de paz”, “La marimorena” ”Ya viene el niñito”. Usan tapaderas, panderetas y zambombas, botellas de anís y almireces (cualquier cosa que haga ruido vale). Cuando tocan a las puertas reciben el aguinaldo que suele ser fruta, mantecados, o alguna perra gorda a cambio de cantar un villancico. Al final se reparten el botín y corren felices a casa.
En Nochevieja, para despedir el año viejo y dar la bienvenida al año nuevo hacemos una celebración especial. Nos reunimos en la plaza de la iglesia o del ayuntamiento en torno al reloj y cuando va dando las campanadas nos comemos una uva por cada una de ellas. Es muy divertido vernos con la boca llena de uvas y felicitarnos con tanta alegría. Siempre deseamos que sea una buena cosecha para poder hacerlo.
A pesar de la pobreza y el hambre que hay, la magia de la Navidad siempre está ahí y estar con la familia es lo que más nos importa. Para pasar las veladas, la familia se reúne y todos se disponen alrededor de alguien que sepa leer, solemos leer novelas como son “Cuentos de navidad” y “El cascanueces y el rey de los ratones”. Las familias también se reúnen en los patios y calles alrededor de una lumbre a cantar. En los puestos callejeros se venden manzanas de caramelo, petardos y bengalas que hacen reír a los niños con su estruendo.
En la plaza del ayuntamiento un hombre viejo, que viene todos los años, acompaña las cancioncillas populares con la música de su organillo a manivela y los titiriteros cuentan las historias de la guerra que en este ambiente de felicidad queda en una verdad ajena.
El 5 de enero, Nochebuena de Reyes, los niños se van a la cama muy pronto y dejan sus zapatos en la ventana esperando recibir su regalo de los Reyes Magos. Las personas que no tienen mucho dinero fabrican los juguetes por sí mismos para alegrar la Navidad a sus hijos. Se apañan con lo poco que tienen y la mayoría de las cosas las cogen del campo. Los regalos para niños son los caballitos de madera hechos con un palo. También sus padres fabrican pistolas con palos pequeños cogidos de árboles y tallados hasta que sirvan como juguete y cestas hechas con papel o esparto rellenas con alguna mandarina y una onza de chocolate.
Para las niñas tampoco suele haber muchos regalos. Desde pequeñas tienen la obligación de aprender las labores de casa para ayudar a su madre así que son afortunadas las que reciben muñecas de cartón o medianas piedras que los padres modelan para dar forma de un niño pequeño y a continuación las pintan para que parezca un niño de verdad. A veces, en su afán de aprender a cuidar la casa, suelen lavar al niño y el cartón se moja con lo cual la muñeca se infla y deja de servir.
Para las jovencitas, sus madres pasan meses cosiendo vestidos muy bonitos, hechos de telas que tienen a mano, como la tela de los manteles o cortinas. Así, en esta época navideña, las niñas estrenan sus preciosos vestidos y los niños sus trajes. Todos los guardan para poderlos lucir en ocasiones especiales durante todo el año. Mientras cosemos y bordamos, las vecinas nos reunimos a escuchar la radio en alguna casa. Este año la canción que más se escucha sin duda es “Dos cruces” de Angelillo aunque "Capote de grana y oro" es más alegre.
Espero que este repaso por nuestra vida cotidiana te sirva para conocer un poco más de nuestras costumbres y de la situación que se está viviendo a este lado de los Pirineos.
A la espera de tus noticias y de que me cuentes cómo está la situación en Francia recibe un abrazo desde la distancia.
Carmen