3.5. Lecturas por el planeta

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    LICEO IMBRIANI

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    Liceo Imbriani

     

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    lectura

    El PRINCIPITO

    Persona y centro

    Número

    "Era una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él yque tenía necesidad de un amigo…" Para aquellos que comprenden la vida, esto hubiera parecido más real.

    Porque no me gusta que mi libro sea tomado a la ligera. Siento tanta pena al contar estos recuerdos. Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo llegar a ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las cifras. Para evitar esto he  comprado una caja de lápices de colores. ¡Es muy duro, a mi edad, ponerse a aprender a dibujar, cuando en toda la vida no se ha hecho otra tentativa que la de una boa abierta y una boa cerrada a la edad de seis años!

     

    Hernán . IES SEdaví

    contiene 1 y 2

    1

    Ciertamente que yo trataré de hacer retratos lo más parecido posibles, pero no estoy muy seguro de lograrlo. Uno saldrá bien y otro no tiene parecido alguno. En las proporciones me equivoco también un poco. Aquí el principito es demasiado grande y allá es demasiado pequeño. Dudo también sobre el color de su traje. Titubeo sobre esto y lo otro y unas veces sale bien y otras mal. Es posible, en fin, que me equivoque sobre ciertos detalles muy importantes. Pero habrá que perdonármelo ya que mi amigo no me daba nunca muchas explicaciones. Me creía semejante a sí mismo y yo, desgraciadamente, no sé ver un cordero a través de una caja. Es posible que yo sea un poco como las personas mayores. He debido envejecer.

    Manel. IES SEdaví

    2

    En efecto, en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Por consiguiente, de buenas semillas salían buenas hierbas y de las semillas malas, hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en el secreto de la tierra, hasta que un buen día una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces se alarga extendiendo hacia el sol, primero tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla. En el planeta del principito había semillas terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.

    3Escuelas de Artesanos

    3º A

    "Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil".

    Tiago 2cl Calabrese Levi

    4

    ¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica!

    Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol.

    Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste:

    -Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…

    -Tendremos que esperar…

    -¿Esperar qué?

    -Que el sol se ponga.

    Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:

    -Siempre me creo que estoy en mi tierra.

    En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está

    demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…

    5Escuelas de Artesanos 3ºB

    flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer esto le llema de orgullo. Pero

    eso no es un hombre, ¡es un hongo!

    -¿Un qué?

    -Un hongo.

    El principito estaba pálido de cólera.

    -Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?

     

     

    El principito enrojeció y después continuó:

    -Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es importante!

     

    José Vicario.

    IES Sedaví

    7

    Aprendí bien pronto a conocer mejor esta flor. Siempre había habido en el planeta del principito flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie molestaban. Aparecían entre la hierba una mañana y por la tarde se extinguían. Pero aquella había germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y el principito había vigilado cuidadosamente desde el primer día aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una nueva especie de Baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor. El principito observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía le convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde. Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir ya ajada como las amapolas; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza. ¡Ah, era muy coqueta aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostróespléndida.

     

     

    Campus Leonardo Da Vinci - Umbertide (IT)

    Un poder semejante dejó maravillado al principito. Si él disfrutara de un poder de tal naturaleza, hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla. Y como se sentía un poco triste al recordar su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar una gracia al rey:

    -Me gustaría ver una puesta de sol... Deme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...

    -Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?

    -La culpa sería de usted -le dijo el principito con firmeza.

    -Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar -continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.

    IES Sedaví. Marisa


    1º ESO: Adrián Pardo, Aitana Segarra, Leire Castillo, Patricia Guerrero, Kiri Kircheva

    8

    -¿Entonces mi puesta de sol? -recordó el principito, que jamás olvidaba su pregunta una vez que la había formulado.

    -Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero, según me dicta mi ciencia gobernante, esperaré que las condiciones sean favorables.

    -¿Y cuándo será eso? -¡Ejem, ejem! -le respondió el rey, consultando previamente un enorme calendario-, ¡ejem, ejem! será hacia... hacia... será hacia las siete cuarenta. Ya verás cómo se me obedece.

    El principito bostezó. Lamentaba su puesta de sol frustrada y además se estaba aburriendo ya un poco.

     

     

    -Te juzgarás a ti mismo -le respondió el rey-. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio.

    -Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte y no tengo necesidad de vivir aquí.

    -¡Ejem, ejem! Creo -dijo el rey- que en alguna parte del planeta vive una rata vieja;

    yo la oigo por la noche. Tu podrás juzgar a esta rata vieja. La condenarás a muerte de vez en cuando. Su vida dependería de tu justicia y la indultarás en cada juicio para conservarla, ya que no hay más que una.

    -A mí no me gusta condenar a muerte a nadie -dijo el principito-. Creo que me voy

    a marchar.

    -No -dijo el rey.

    Pero el principito, que habiendo terminado ya sus preparativos no quiso disgustar

    al viejo monarca, dijo:

    -Si Vuestra Majestad deseara ser obedecido puntualmente, podría dar una orden razonable. Podría ordenarme, por ejemplo, partir antes de un minuto. Me parece que las condiciones son favorables...

    Como el rey no respondiera nada, el principito vaciló primero y con un suspiro emprendió la marcha.

     

    10

    El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios. Este hombre estaba tan abstraído que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada del principito.

    -¡Buenos días! -le dijo éste-. Su cigarro se ha apagado. siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo.

    Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

    -¿Quinientos millones de qué?

    -¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de... ya no sé... ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete...

    -¿Quinientos millones de qué? -volvió a preguntar el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.

     

    11

    El hombre de negocios levantó la cabeza:

    -Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde. Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear. Soy un hombre serio. Y la tercera vez... ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones...

     

    12

    -¿Millones de qué?

    El hombre de negocios comprendió que no tenía ninguna esperanza de que lo dejaran en paz.

    -Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.

    -¿Moscas?

    -¡No, cositas que brillan!

    -¿Abejas?

    -No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!

    -¡Ah! ¿Estrellas?

    -Eso es. Estrellas.

    -¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?

    -Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio y exacto.

    -¿Y qué haces con esas estrellas? -¿Que qué hago con ellas?

     

    13

    Campus Leonardo Da Vinci - Umbertide (IT)

    -Sí.

    -Nada. Las poseo.

    -¿Que las estrellas son tuyas?

    -Sí.

    -Yo he visto un rey que...

    -Los reyes no poseen nada... Reinan. Es muy diferente.

    -¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?

    -Me sirve para ser rico.

    -¿Y de qué te sirve ser rico?

    -Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.

    Noa y Adanea, IES SEdaví

    2º ESO

    14

    "Este, se dijo a sí mismo el principito, razona poco más o menos como mi

    borracho".

    No obstante le siguió preguntando

    -¿Y cómo es posible poseer estrellas?

    -¿De quién son las estrellas? -contestó punzante el hombre de negocios.

    -No sé. . . De nadie.

    -Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.

    -¿Y eso basta?

    -Naturalmente. Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es

    tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya.

    Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que yo, ha pensado en poseerlas.

    -Eso es verdad -dijo el principito- ¿y qué haces con ellas?

     

     

    Adriàn IES Sedaví, 2º ESO

    15

    -Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez -contestó el hombre de negocios-. Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!

    El principito no quedó del todo satisfecho.

    -Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmela al cuello y llevármela. Si soy dueño de una flor, puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero tú no puedes llevarte las estrellas!

    -Pero puedo colocarlas en un banco.

    -¿Qué quiere decir eso?

    -Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en un cajón ese papel.

    -¿Y eso es todo?

    -¡Es suficiente!

    "Es divertido", pensó el principito. "Es incluso bastante poético. Pero no es muy serio".

    Miguel. IES Sedaví

    2º ESO

     

    16

    El séptimo planeta fue, por consiguiente, la Tierra.

    ¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores.

    Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra yo les diría que antes de la invención de la electricidad había que mantener sobre el conjunto de los seis continentes un verdadero ejército de cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.

     

    17

    Vistos desde lejos, hacían un espléndido efecto. Los movimientos de este ejército estaban regulados como los de un ballet de ópera. Primero venía el turno de los faroleros de Nueva Zelandia y de Australia. Encendían sus faroles y se iban a dormir. Después tocaba el turno en la danza a los faroleros de China y Siberia, que a su vez se perdían entre bastidores. Luego seguían los faroleros de Rusia y la India, después los de Africa y Europa y finalmente, los de América del Sur y América del Norte. Nunca se equivocaban en su orden de entrada en escena. Era grandioso.

    Solamente el farolero del único farol del polo norte y su colega del único farol del polo sur, llevaban una vida de ociosidad y descanso. No trabajaban más que dos veces al año.

     

    18

    Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas, rocas y nieves, descubrió finalmente un camino. Y los caminos llevan siempre a la morada de los hombres. -¡Buenos días! -dijo.

    Era un jardín cuajado de rosas.

    -¡Buenos días! -dijeran las rosas.

    El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!

    -¿Quiénes son ustedes? -les preguntó estupefacto.

    -Somos las rosas -respondieron éstas.

    -¡Ah! -exclamó el principito.

    Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única de su especie en todo el universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de cinco mil .todas semejantes, en un solo jardín!

     

    Alumnos: Jennifer-Mattia-Giovanni-Aurora

    Clase: 3G

    19

    Ninni Cassarà

    Si ella viese todo esto, se decía el principito, se sentiría vejada, tosería muchísimo y simularía morir para escapar al ridículo. Y yo tendría que fingirle cuidados, pues sería capaz de dejarse morir verdaderamente para humillarme a mí también... "

    Y luego continuó diciéndose: "Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de Ios cuales acaso esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe... " Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.

     

    Alumnos: Riccardo - Salvatore

    Clase: 3G

     

     

    20

    Ninni Cassarà

     

    Montaje video y audio

    Manuela Picazo

    IES Sedaví

    Alumno: Arnau

     

     

    EXPLICACIÓN GENERAL DE LA OBRA Y AUTOR

     

    Campus Leonardo Da Vinci - Umbertide (IT)

    21

     

     

    Al encuentro del enigma de "El Principito" en el Museo de Artes Decorativas de París

     

    Conversaciones y reflexiones del Principito

    El Principito_Teodorescu Rebeca.pptx