Vamos a presentar una serie de textos literarios que hablan de nuestro pasado común. Así podremos ver cómo eran nuestras ciudades en un mismo período histórico.
Las costumbres españolas a raíz de la lectura del Romancero Viejo.
Los alumnos de la Cité Scolaire Internationale han leído en clase algunos romances medievales recopilados por Menéndez Pidal. Luego han hecho una presentación sobre ellos, añadiéndoles imágenes, analizando la métrica y, posteriormente, han realizado un comentario sobre cómo han ido evolucionando ciertas costumbres en nuestra cultura.
Romance del Conde Olinos.
Olivia, Roni y Juliana han realizado una presentación y un comentario sobre dicho romance.
Las costumbres de los matrimonios a través del tiempo
En el romance del « Conde Olinos » pudimos observar que la reina no dejaba libertad a su hija para que pueda escoger el hombre con quien se quería casar. El motivo de esa decisión era que el Conde Olinos no tenía sangre real.
En el caso del romance, solamente la reina podía decidir la futura pareja de la princesa.
La costumbre que podemos observar en el texto, es decir que los padres elegían la pareja de sus hijos, existió durante varios siglos. La pregunta que tuvimos fue averiguar si ha cambiado o si se mantiene esa relación entre padre e hijos a la hora del matrimonio.
El matrimonio hoy en día y en la época de nuestros padres
Hoy en día, los tiempos han cambiado y ya casi no existen matrimonios arreglados por conveniencia o matrimonios forzados. Las personas que se quieren casar ya no dependen de las decisiones de los padres u otros miembros de las familias.
Sin embargo, en la actualidad los pocos matrimonios arreglados que todavía existen son más comunes en Asia del Sur, África, Oriente Medio, el Sudeste Asiático y en algunas regiones de Asia Oriental.
Al igual que la situación de hoy en día, en la época de nuestros padres, la personas tenían la libertad de escoger el o la que lo tendría que acompañar toda su vida.
El matrimonio en la época de nuestros abuelos
En la época de nuestros abuelos, podemos decir que los matrimonios dependían del lugar en el mundo en donde se encontraba. En algunas partes se comenzaban a « modernizar ».
En cambio en otras zonas, los matrimonios por conveniencia, o también llamados matrimonios arreglados, todavía existían.
Por ejemplo, en China, Rusia, América Latina y en las familias de inmigrantes en los Estados Unidos, los matrimonios eran arreglados hasta en el siglo XX. Se trataba de una negociación y decisión de los padres y los miembros de mayor edad de ambas familias. Luego, al hombre y a la mujer se les informaba que debían casarse, sin derecho a dar su consentimiento, y aunque nunca haya conocido a su futura mujer o marido tenía la obligación de casarse.
El matrimonio en el siglo XVIII
El siglo XVIII es un buen ejemplo para hablar de matrimonios por conveniencia. Durante ese período, la sociedad del Antiguo Régimen consideraba el matrimonio como una representación de la clase social y prestigio. Es por ese motivo que los matrimonios arreglados eran lo más usual ya que con ellos era posible mantener los estamentos sociales, el rango y el honor familiar. Esos tipos de matrimonios no eran voluntarios sino que era un pacto matrimonial entre los padres de los correspondientes contrayentes. Por lo tanto, los matrimonios por amor no existían. El dinero y la clase social eran los únicos intereses presentes ya que el objetivo de los matrimonios era tener una descendencia, crear una familia y perpetuar así los apellidos.
Noticia con respecto al tema del matrimonio
25 de marzo de 2017, agentes de la policía detuvieron una pareja de padres en Córdoba por obligar a su hija de 16 años a contraer matrimonio por tercera vez por el rito gitano.
La víctima aparentemente ya había sido obligada otras dos veces con anterioridad en Rumanía, su país de origen. La primera vez tenía tan solo 12 años. Sus padres habían imaginado ese plan para poder tener ingresos gracias a la dote del matrimonio. La policía pudo intervenir a tiempo para evitar que la joven tenga que contraer matrimonio por tercera vez, ya que de hecho era el motivo por el cual toda la familia había viajado a Córdoba.